
¡Quiero hablar en público!
A lo largo de nuestra vida, nos encontramos con diferentes situaciones en las que tenemos que hablar delante de los demás, ya sea en el ámbito académico o en el profesional.
Sin embargo, ¡¡nadie nos enseña a hablar en público!!
Entonces, un buen día, llega el momento y un nerviosismo paralizante nos ataca, ocupa toda nuestra mente y es capaz de dejarnos en blanco.
Pero, ¿qué ha pasado? Ejem… ¡Hola miedo escénico!
Da lo mismo que tengamos que dar un discurso ante una gran audiencia, exponer durante una reunión, cantar, actuar o recoger un premio. Es así, cualquiera de estas situaciones puede producirnos este tipo de pánico fulminante.
¿La buena noticia?
Este miedo es muy común. Es algo que, en mayor o menor medida, a casi todo el mundo le ha pasado.
Así que, me gustaría dejarte algunas claves para superar esta situación tan comprometida. Te anticipo que es necesario un entrenamiento del cuerpo y la mente, y mucha mucha práctica 😉
- Serena tu cuerpo y tu mente: Se trata de calmarte interiormente para que consigas salir al escenario despejado/a y con claridad de ideas. ¡Un truco! Envíate palabras de tranquilidad y de positividad, y verás cómo consigues disminuir tus pulsaciones y sentir más seguridad. Algunos ejemplos: “Todo va a salir bien”, “Confío en mí”, “Puedo hacerlo”.
- Realiza estiramientos: Mueve despacio la cabeza de un lado a otro, descarga los hombros, estira la espalda, las piernas y los brazos. Es una fórmula muy sencilla de liberarte de la tensión corporal que puedes estar generándote.
- Prepara con antelación tu discurso: Así evitarás no tener la seguridad de dominar el tema del que vas a hablar. Es bueno, por tanto, que lo conozcas bien y manejes con destreza tu argumento y los puntos clave del discurso.
- Practica delante de un espejo: Verte te ayudará considerablemente en todo este proceso, podrás corregirte y gestionar mejor la vergüenza. Incluso puedes grabarte en video haciendo la presentación, para luego analizar cómo lo has hecho y reformularlo en caso necesario.
- Visualízate y conoce el entorno: Aunque a veces es complicado visitar el lugar con antelación, si tienes la posibilidad, hazlo. Saber cuál es la distribución del espacio, te hará ganar confianza.
- Habla despacio: Cuando nos ponemos nerviosos, solemos hablar rápido, de forma que puede llegar un momento en el que no se nos entienda. La clave es ejercitar la constancia de la velocidad de tus palabras.
- Cuida tu voz: Es una de tus herramientas fundamentales, por lo tanto, asegúrate de que se encuentra en buen estado. Antes de empezar, en voz baja, tararea una canción, puede parecerte gracioso, pero créeme, conseguirás estabilizarla.
Para finalizar, recuerda: relajación, preparación y visualización. ¡Ya verás como poco a poco te desenvuelves mejor y hasta le coges el punto a eso de hablar en público!
¡Feliz día y gracias por tu tiempo!
“Normalmente me lleva más de tres semanas
preparar un buen discurso improvisado”.
Mark Twain