
Los 3 saberes en el aprendizaje por competencias
Empieza el curso y con éste las ganas de mejorar y desarrollar nuevas competencias profesionales. Eso está muy bien, sin embargo para lograr que este desarrollo se produzca de manera integral y no se convierta en “una meta a mitad de camino”, la persona debe ser capaz de aplicar lo aprendido y tendrá que tener para ello en cuenta 3 saberes fundamentales, gracias a los cuales se conecta el sector educativo con el productivo.
¿Que de qué estoy hablando? 😉 Vamos a verlo más detalladamente, comenzando por dos definiciones:
Según Cepeda (2013), “las competencias suponen la integración de tres tipos de saberes: el conceptual que es el saber, el metodológico que es el saber hacer y el humano que es el saber ser”. Y en la misma línea, Manríquez (2012) la define como “la capacidad que tiene el ser humano en el saber qué, saber cómo y saber ser persona para resolver de manera eficaz y eficiente las situaciones de la vida”.
Pero, ¿qué implica cada uno de estos saberes?
- Saber:
Se trata de la parte cognitiva, es decir, la capacidad de internalizar el conjunto de conocimientos que se adquieren, y que pueden ser tanto teóricos como prácticos.
Eso sí, en una sociedad en movimiento y donde la adaptación al cambio se ha convertido en esencial, tal y como podrás imaginar el “saber” no es para nada estático, sino todo lo contrario: ha de mejorarse y actualizarse de forma constante.
- Saber hacer:
Este saber implica la aplicación de lo aprendido, así como una conciencia real del desempeño actual en la materia, por lo que la correlación entre este saber y el anterior es directa ya que supone la alineación de conocimiento y técnica.
Veamos un ejemplo: una persona puede tener todos los conocimientos necesarios para ejercer una profesión determinada (saber), pero es en el propio puesto de trabajo donde demostrará lo que realmente sabe llevando a cabo las tareas necesarias (saber hacer).
Por este motivo aquí la experiencia jugará un papel importante, con el objetivo de que gracias a ella se perfeccionen las habilidades y aptitudes, guiándolas y orientándolas hacia la calidad en el hacer, logrando así mayor destreza y un rendimiento óptimo.
- Saber ser:
Por último, el “saber ser”, que hace referencia a las capacidades emocionales de la persona e incluye las actitudes y habilidades sociales, es decir, como ésta se desenvuelve en este sentido tanto de manera individual como grupal.
¿Te ayuda el ejemplo? Pues te dejo dos, uno más general y otro de una profesión concreta:
– La actividad comunicativa de una persona se ve afectada además de por sus conocimientos en esta competencia, por otros factores individuales y que se relacionan con su personalidad.
– En el caso de profesionales de la salud, es imprescindible que conozcan tanto la teoría como la práctica en el desarrollo de sus funciones, pero también necesitan de determinadas “soft skills” como son la empatía o el tacto a la hora de trasladar un diagnóstico, y que se corresponden con el saber ser.
En definitiva, para que se produzca el máximo potencial de desarrollo de una competencia, tiene que existir una combinación dinámica de conocimientos, práctica y recursos personales, que conduzcan a la acción y que se engloban en el “saber”, el “saber hacer” y el “saber ser”. Además, el avance en el entorno empresarial nos impulsa a una renovación constante para que el desempeño sea adecuado, lo que conlleva que las competencias deban ir mejorando continuamente.
Espero que este artículo te haya resultado interesante.
¡Buen comienzo de curso!
& Gracias mil por leerme 🙂
“Saber que se sabe lo que se sabe
y que no se sabe lo que no se sabe;
he aquí el verdadero saber”.
Confucio.